Abriendo La Caja de las emociones



¿Has tenido alguna vez la experiencia de ser escuchado profundamente? ¿Lo han hecho cuando has estado en una situación emocionalmente difícil?

Si tu respuesta a estas dos preguntas es sí, habrás experimentado una cantidad de desahogos. Y posiblemente pienses que es mejor cuando no te escuchan tan profundamente. Porque no te sientes "tan mal", no aparecen "tantos" desahogos. Cuando te dicen, "no es para tanto", "puedes salir de esto", "deja de quejarte", etc. Estas son las versiones adultas del "no llores" que les decimos a los niños.



Pero la pregunta interesante es ¿qué tal te sientes después de una conversación en la que te puedes "desahogar"? La respuesta natural es desahogado, desahogada, con un suspiro. Si atendemos a la cantidad de emociones que "aparecen", diremos que no es tan buena idea. Si atendemos a la sensación que tenemos después, la escucha nos "viene" genial.



¿Dónde estaban todas esas emociones? ¿Quién las escondió? Sí en el momento en qué alguien nos escucha, se abre una caja de emociones, significa que estaban ahí, escondidas en alguna parte. Tal vez no muy profundamente, porque con la escucha adecuada aparecieron con rapidez.



Según la edad que tenemos y la cantidad de "escucha presente" que hemos recibido, será de grande o pequeña, la "caja de pandora" que tenemos dentro. Y como suelo decir en mis talleres, los niños y niñas no son tan diferentes de nosotros, los que ya hemos crecido. Escuchar sus emociones, provocará que "abran su caja" y la vacíen. Eso lógicamente lleva un tiempo, tiempo que hemos de dedicar a escucharles, y quitarlo de las otras cuestiones que tenemos "pendientes". Además según digamos "esto funciona", porque el pequeño, la pequeña está liberandose de las emociones retenidas, o digamos "esto no funciona" porque llora más, será la respuesta que daremos a nuestros pequeños. Por lo tanto, recordad la sensación de desahogo cuando has vaciado tu propia caja, porque esa es la sensación que permitirás que tenga tu hijo e hija, cuando escuchas su emoción.





Teresa García.

Psicóloga Clínica.

Sin Castigos.

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