Hace unos días haciendo la compra escuché el llanto de un niño, al fijarme en él me pareció que tendría 3 ó 4 años, caminaba al lado de su madre agarrándola el pantalón y diciendo algo difícil de entender. Al pasar junto a mí la madre se agachó un poco, le retiró la mano del pantalón y le dijo: "¡No quiero saber nada de ti!¡Payaso!".
Me sorprendió el tono de rabia de la madre y procuré imaginarme en una situación en la que alguien me dijera esas palabras. No sé qué motivó el enfado de esa mujer, pero me pareció que su tono y su calificativo resultaban hirientes.
Nos molestamos porque nuestros niños se enrabietan, y esperamos que gestionen sus emociones de un modo proporcional, equilibrado, que no nos moleste en demasía. Y cuando la rabia nos inunda no somos precisamente ejemplo de gestión sana de las emociones; lo preocupante es cuando descargamos en nuestros hijos y les faltamos al respeto olvidando su dignidad. Muy a menudo los culpamos de nuestro descontrol ("¿ves?, ya me has hecho enfadar") cuando los responsables únicos de las expresión de esas emociones somos nosotros. Pensar que el equilibrio personal y emocional depende de lo que encontremos fuera es una trampa en la que caemos con facilidad porque nos parece una salida fácil. Sin embargo es esencial que tomemos el control y el timón de nuestra energía emocional puesto que es peligroso dejar en manos de otros o de las situaciones externas algo tan importante como es nuestro equilibrio emocional.
La vida familiar es plena y placentera cuando cada miembro de la misma se responsabiliza de sus acciones, sentimientos, emociones y pensamientos; cuando se permite sentir cosas desagradables y dolor; cuando expresa y se comunica genuinamente con los demás. Y ahí los adultos somos guía para los niños.
Maria Pilar Gomez San Miguel
Hola Azucena, me parece muy importante que se de mayor difusión al respeto de las emociones... casos como el que describes, creo que siguen siendo le "habitual". Ese maltrato permanente, y ese irrespeto, es algo a lo que yo difícilmente me podré acostumbrar, ya sea porque soy latinoamericana o por lo que sea, pero el trato despectivo y humillante que se ve a diario por acá... enferma!. Te cuento: hace dos semanas mi peque tuvo un episodio de llanto incontrolable en el súper, a raíz de un desencuentro con su hermano; yo intenté calmarlo, sin éxito, así que lo único que podía hacer era contenerlo entre mis brazos y decirle suavemente al oído que intentara calmarse... a todo esto, se me acerca un señor mayor que con un grito seco le dice a mi peque: Ey tu, porque no te callas! Vete a fumar! y me susurra al oído: "eso se le quita con un buen golpe de cachete"... yo no daba crédito... lo miré desconcertada... no pude ni reaccionar...
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