Hace poco leí un artículo sobre la importancia del amor materno en el desarrollo del cerebro del niño y me llamó la atención el hecho de que todavía se tiene que demostrar algo que a mí me parecía muy normal.
«Este estudio valida algo que parece ser intuitivo, que es lo importante que el apoyo de los padres en los procesos adaptativos de los seres humanos», explica el coordinador del trabajo, Joan Luby. «Los datos -dice- sugieren que deberíamos prestar más atención a la crianza de los niños y hacer lo que podamos, como sociedad, para fomentar estas habilidades porque está claro que el apoyo durante esta edad tiene un impacto muy grande en el desarrollo posterior».
Quizá no es de extrañar ya que hay otros estudios que apuntan hacia la misma conclusión: en su libro "Why Love Matters" la psicoterapeuta Sue Gerhardt nos demuestra cómo las respuestas neuronales moldean el cerebro y la cantidad de neurotransmisores. Frente a las situaciones estresantes el niño tiende a sentirse indefenso (cuanto más pequeño, más sensación de indefensión) y esto a su vez genera una tensión que desencadena unas respuestas bioquímicas en el cerebro, la segregación de adrenalina sobre todo. Si esta situación se repite estas respuestas bioquímicas llegan a moldear a lo largo de los años la estructura cerebral de un ser humano.
En esta perspectiva no es de extrañar que el amor materno sea tan importante en el desarrollo del cerebro del niño si tenemos en cuenta que entendemos por "amor materno" no sólo el cariño, las caricias y el cuidado diario, sino también la atención y la disponibilidad que les ofrecemos a nuestros hijos, más allá de las modas pasajeras (y normalmente no avaladas por ningún estudio serio) de las "técnicas pedagógicas" con las que nos suelen bombardear muchos supuestos "expertos" con poca experiencia.
A la hora de plantearse la crianza de un bebé se tiene que partir de la base que los seres humanos somos mamíferos, nuestras respuestas emocionales son las mismas, se trate de niños o adultos, y todos necesitamos atención por parte de nuestros cuidadores/compañeros para que el proceso de aprendizaje sea placentero y, por lo tanto, eficiente. Hay ya varios estudios que demuestran que las experiencias del aprendizaje placentero - en cuya base se halla también el juego - ayudan a que el cerebro segregue oxitocina, hormona que fija de una forma duradera y armoniosa las lecciones y las experiencias de la vida, sean del tipo que sean.
Conociendo todos estos datos y el poderoso efecto de los cuidados y la atención materna sobre los niños es de suma importancia plantearse una maternidad/paternidad consciente y enriquecedora desde el principio para criar niños mentalmente sanos y armoniosos.
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