Mamá-Papá, tengo miedo...

Frase común en muchos niños y niñas, a veces a la hora de dormir, pero no siempre en ese horario, y relacionado con esos temas. Qué hacer ante esa situación, es algo que a muchos padres y madres preocupa, y que por desconocimiento, más veces de las que crees, actúas justo aumentando ese miedo.

Cuando una persona adulta siente temor por algo, la reacción común es consolarle. Solo que las palabras que se utilizan suelen conseguir el efecto contrario. Es algo así como cuando le dices a alguien que se tranquilice, estando él/ella en medio de un "ataque de nervios". El efecto suele ser que los nervios, los gritos, lo que sea que esté haciendo, aumente en intensidad. Aún así, y conociendo el resultado, en el próximo conflicto es muy probable que repitas el consejo. Y que nuevamente, tenga la situación empeore en vez de mejorar.

Recuerdo cuando era niña, el eslogan de un programa que pretendía evitar los accidentes de tráfico. Y repetía, "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra". Bueno en temas emocionales, tropieza más de dos veces con la misma piedra, por ello la importancia de mejorar cada día más la inteligencia emocional.

Cuando un niño-niña, tiene miedo, empeora la situación frases como:

- No pasa nada.
- Está vacío.
- Los fantasmas no existen.
- Todo irá bien.

Las más de las veces, lo que realmente asusta al niño no es la oscuridad (por ejemplo), sino que no sabe qué hay en la oscuridad, porque no puede "verlo". Y el único modo de saber lo que le asusta es estar dispuesto a escucharle, en todo lo que diga, aunque nos parezca una tontería con nuestra mentalidad adulta, para el niño es algo real. 

Una vez que conozcamos cuál es el miedo real, entonces es el momento de preguntarle qué piensa él/ella, que podría hacer, que le ayudaría a sentirse mejor, más tranquila. Y ahí sí introducir algunas posibles soluciones, unas vuestras y otras de ellos, hasta que consigan una respuesta que "llene" a la criatura. 

Además, es importante recordar, que mañana puede repetirse exactamente el mismo miedo, con lo cual se repetiría todo el proceso. Piensa que cuando tu hijo, tu hija aprendió a caminar, hizo varios "intentos", durante muchos meses, hasta que finalmente consiguió sostenerse en pie. Y después de sostenerse en pie hasta que consiguió correr, pasaron algunos largos meses más. Con los miedos no es diferente, y no existe un tiempo estimado, sino que cada persona tiene su propio ritmo.

Teresa García.
Sin Castigos.

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